¡Mi primer Camino de Santiago! (Fuera de temporada).

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¡Hola! Pero miren quien apareció!! Síiiii, ¡después de meses! 

Hoy te quiero contar sobre mi primer experiencia en el Camino de Santiago. Fue algo totalmente improvisado, lo decidí en cuatro días y me fui sin saber qué esperar. Por eso quiero compartir mi experiencia, tal vez estás buscando algo de información para organizarlo. ¡Espero que este post te sirva! 

Viajamos a mediados de marzo, fuera de temporada, cuando aún no había casi nadie ni muchos lugares abiertos. Viajé con mi amiga Anita, a quien conocí ¡gracias al blog! ¡Amo que se generen estas hermosas casualidades!

Como ambas vivimos en diferentes ciudades, pusimos como punto de encuentro Madrid, y de allí tomamos un tren de Renfe hasta Sarriá, que demoró unas cinco horas, muy tranquilas y llevaderas. 

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Caminante no hay camino, ¡Se hace camino al andar!

La lista de lo que tenés que saber antes de viajar improvisadamente.

No te miento cuando te digo que fue un viaje improvisado. Antes de viajar, Anita estaba tapada de trabajo y yo solo había leído un par de cosas muy puntuales, así que básicamente ¡fuimos a la aventura! 

Pero si querés tener una idea de qué necesitás saber antes de viajar, te dejo un punteo de cosas acá abajo:

  1. ¿Cuál camino elegir?: Hay varios, pero el más conocido, popular y fácil para hacer es el «Camino Francés», y dentro de este, la etapa  que va desde Sarriá hasta Santiago de Compostela, que son 120 km.
  2. Requisito para recibir la Compostela: Para ello, deberás haber caminado los últimos 100 km (o haber recorrido en bicicleta 200 km) por cualquiera de las rutas  oficiales reconocidas.
  3. Cuánto caminar cada día: Esto es personal, pero nosotras hicimos un máximo de 20/22 km, aunque conocimos peregrinos que hacían hasta 30. En general, se estima que se caminan aproximadamente 5 km por hora. Luego dependerá de si te detenés a sacar fotos, comer, descansar, tomar agua y una larga lista de etcéteras. 
  4. Hablando de agua: en este tramo del Camino de Santiago, hay muchas fuentes donde cargar agua, no hace falta que compres ni que cargues muchos litros encima.
  5. Temporada para viajar: Yo tenía un pre concepto de que el Camino se podía hacer en cualquier momento del año. Eso técnicamente es cierto. Pero el famoso «ambientillo» arranca luego de Semana Santa. Nosotras fuimos la segunda quincena de marzo y ¡no había prácticamente nadie!! Así que esto ya va por tu cuenta: si querés que haya ambientillo, gente por todos lados, si querés compartir anécdotas y conocer mucha gente, deberías viajar entre abril y septiembre. Si tu idea es ir más en plan estar en paz y con tus propios pensamientos, a la vez que estar más sol@ en los alojamientos, entre octubre y marzo te sentirás más cómod@.
  6. Comida: No vale la pena cargar la comida. Los restaurantes son baratos y tienen menús deliciosos. Una de las cosas más importantes en Galicia es la gastronomía, así que no vale la pena andar cargando tu comida en la mochila. Pero es importante tener en cuenta para temporada baja: muchos de los lugares para comer en la mitad de camino, estarán cerrados. Así que si ves un lugar abierto, no esperes a ver si el próximo te gusta más, ¡porque tal vez no haya próxima!
  7. Alojamiento: Nosotras decidimos no ir a los albergues de peregrinos porque en ellos no te proveen de sábanas y abrigo, y  ninguna de las dos tenía bolsa de dormir (y no pensábamos comprar porque la diferencia de precio entre estos y un hostel es mínima). Así que todos los días nos alojamos en albergues comunes o en hostels.
  8.  Equipaje: hay varias empresas que lo llevan, pero la oficial y más conocida es la de El Camino con Correos. Con Anita juntamos nuestros equipajes en una sola mochila y nos salió 32 euros por 5 días. El correo cada día recoge tu mochila en el alojamiento a partir de  las 8:00 am, y cuando llegás al próximo albergue allí está ella… ¡la alegría que nos daba esto, no te la puedo explicar! Hay gente que dice que cargar la mochila es un «extra challenge». Yo considero que romperse la espalda no tiene nada de challenge, ¡pero eso va por cuenta de cada uno!! Un consejo especial: este servicio debe contratarse con anticipación. Si  podés, contratalo antes de viajar, o al menos hacelo el día previo, y antes de las 19:00. Y es necesario que ya sepas todos los lugares adonde te vas a alojar. Sino, puede que te pase como a nosotras, que el primer día tuvimos que cargar nuestras mochilas. 
  9. Credencial del Peregrino: la venden en cualquier alojamiento o restaurante, sale 5 euros y tenés que sellarla al menos dos veces al día (y poner la fecha). Los sellos los ponen en todos lados, sobre todo en los alojamientos y restaurantes. Te soy sincera: me dio la sensación de que no los controlan cuando te dan la Compostela. Pero igual me encantó hacerlo, me recordó a los tiempos en que llenábamos el álbum con figuritas. 
  10. Ropa técnica y de lluvia. Si bien este camino en particular no tiene más que algunas cuestas, (no es de montaña ni hay que escalar), para mí si podés, es ideal que te lleves algo de ropa técnica. Anita se compró unas botitas en Decathlon de 15 euros y anduvieron perfectas. Un pilotín o una capa son fundamentales, porque en Galicia llueve siempre (¡por eso es tan verde!). Y el palito de caminar ¡fue un diez!  También en Decathlon están a 6 euros, y vale la pena llevarlo. No hace falta comprar dos, con uno está bien.
  11. Cuidado de los pies: No hubo amigo, conocido ni persona en este mundo que no me insistiera en lo fundamental al hacer el Camino de Santiago era cuidarse los pies. Que las medias estuvieran siempre secas, que nos las cambiáramos todo el día, que nunca se nos mojen los pies. La realidad es que los pies sí se me mojaron, ¡mis zapatillas estaban viejas! Pero algo que me aconsejaron y nos sirvió muchísimo: comprar los apósitos Compeed y una barra Compeed Stick Anti-Fricción. Habremos gastado unos 14 euros en total y  fue una gran compra: llegamos con los pies en perfectas condiciones.
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Los pies del peregrino.

Ahora que sabés todo lo que tenés que tener en cuenta, ¡empecemos a caminar!

Como te conté al principio, nosotras hicimos el tramo del Camino de Santiago que va desde Sarriá hasta Santiago de Compostela. Son 110 km caminando, y nos llevó una semana recorrerlo. 

Te voy a ser súper sincera: a  mí este camino no me transformó espiritualmente ni sentí que logré alguna cosa a nivel personal, pero sí me pasó algo no sé… tal vez… si se quiere, «místico»: los primeros 5 días sentí que cada día se nos presentaba algún desafío, diferente al anterior.

Las paradas que elegimos fueron: 

  • Sarria- Portomarín – 22 km.
  • Portomarín – Palas de Rei – 24,7 km.
  • Palas de Rei – Melide – 14,4 km.
  • Melide – Arzúa – 14,4 km.
  • Arzúa – O Pedrouzo – 20 km.
  • Pedrouzo – Santiago de Compostela – 19 km.

Sarria - Portomarín.

Ante todo, nuestra dinámica fue estar listas todas las mañanas a las 8:00 am, pero arrancábamos desayunando en algún bar: tostadas con manteca y mermelada, café con leche y un buen jugo de naranjas. Con esto, teníamos energías para arrancar y generalmente empezábamos a caminar entre las 9:30 a 10:00. Y estaba perfecto, en temporada baja no hace falta salir tan temprano.

Ni bien salimos del centro de Sarria, doblando a la izquierda ya vimos el primer «Mojón», que nos acompañaría todo el viaje. Es increíble, no hace falta preguntar por donde vas, siempre estará el mojón, indicándote el camino y contándote los km que faltan para llegar a Santiago. 

Cuando cruzás el puente, ya estás haciendo propiamente el Camino de Santiago. ¡Que emoción!

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Mojón del km 113. ¡Mojón, mojón, que grande sos!

Este día nuestro desafío fue cargar las mochilas. Como conté antes, no habíamos contratado el servicio el día antes, así que los 20 km con 10 kg en mi espalda para mí realmente fue un «extra challenge»: mi cabeza no podía parar de pensar en el dolor de espalda que tenía y en la preocupación de que aún me quedaban 5 días de caminata.

El camino de Sarriá a Portomarín es precioso. Si no hubiera sido por el peso, lo hubiera disfrutado mucho más. Es más llano que otras partes del viaje y para un argentino, se siente similar a algunos paisajes de Córdoba, no así en lo que refiere a la arquitectura. 

Nosotras hicimos una parada más o menos a los 8 km en una fuente grande, para cargar agua y descansar un ratito. Luego pasamos un bar pero pensamos que mejor íbamos al próximo, y ya no encontramos nada abierto, así que nunca almorzamos.

Cuestión es que seguimos caminando y caminando,  los últimos  5 km, el camino se volvió más parecido a Irlanda que a Córdoba, y unos arrieros con sus vacas nos dieron el paso para que llegáramos a la bifurcación que nos conduciría a Portomarín. ¡Que alegría esa llegada! 

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¡Abuelito dime túuuu!

Portomarín es una de las primeras ciudades que veo en España con un río grande. Estimo que en verano debe ser un lugar precioso para pasar unos días, pero en marzo estaba totalmente desolada.

Este día nos alojamos en el Hostel Ultreia. Nos gustó mucho, ¡lo recomiendo!

Las siguientes horas, dormimos la siesta, elongamos, tomamos cafecito y cenamos en uno de los bares del pueblo. A eso de las 10 ya estábamos acostadas. 

Portomarín - Palas de Rei.

Hoy nos tocaba caminar otros 20 km, por suerte ya sin las mochilas. Yo arranqué muy cansada y dolorida, tal es así que los primeros 8 km los hice pensando solamente en tomarme un taxi hasta Palas de Rei. No sé cómo junté coraje para seguir. Pero seguí.

Hoy nuestro desafío fue la lluvia: ¡llovió todo el camino! Acá entendí cuán real es que la ropa técnica lo es todo. Muchos peregrinos llevaban una capa larga, y me parece que es una gran opción. Yo llevaba pilotín pero estos chubasqueros largos te protegen también un poco de las piernas. Aprendizaje para la próxima.

Este tramo lo hicimos todo el tiempo esquivando charcos y mirando el piso. A mí me pareció menos interesante que el del primer día y además muchas veces íbamos al costado de la ruta, así que no era tanto paisaje como ayer.

Aquí sí tuvimos suerte con la comida, encontramos un bar que ofrecía el menú del peregrino y nos ofrecieron sopa de legumbres y verduras, y luego pescado con ensaladas y postre, ¡todo por 12 euros! Tip: ¡No podés dejar de probar la tarta de Santiago! Es el postre típico de Galicia, hecha con almendras trituradas. Hay dos cosas que se hacen mayormente en el Camino de Santiago: caminar y comer. 

Palas de Rei nos pareció menos pintoresca que Portomarín. Nos alojamos en el albergue Zendoira, que tiene muchas camas en la misma habitación, pero todas con sus «literas cápsulas», lo que hace que tengas mucha privacidad. El calzado se deja en la lavandería en el subsuelo, y así no hay olores en la habitación. Tiene un bar en el hostel y está muy bien, solo que hacía mucho frío y entraba el aire por todos lados, era  como estar al aire libre, así que no pasamos mucho tiempo allí.

Cenamos en uno de los únicos lugares que había abierto y a la camita temprano, ¡como siempre!

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Empapadas, ¡pero felices!

Palas de Rei - Melide.

Acá me detengo en esta explicación: muchos peregrinos van de Palas de Rey directo a Arzúa, pero si decidís hacerlo así, esta etapa sería de casi 30 km, convirtiéndose en el tramo más largo del viaje. Nosotras decidimos cortarlo y hacerlo en dos etapas de 14,5 km cada una, bajando la intensidad de los dos días anteriores y juntando fuerzas para los dos últimos que también serán de 20 km. Así que nuestra etapa de hoy fue caminar desde Palas de Rei hasta Melide.

Salimos de Palas de Rei tipo 8 como todos los días, desayunamos en el bar del pueblo (los 5/10 peregrinos que nos cruzamos en todo el camino estaban allí) y arrancamos a caminar.

El desafío de hoy también fue la lluvia, pero esta vez era diferente: más constante, finita, imparable. Por suerte habíamos leído que era el último día de lluvia, así que este desafío terminó acá. 

El camino también fue muy tranquilo, y al ser tantos kilómetros menos que los días previos, se sintió como puro descanso. Pese a la lluvia pudimos hacerlo rápido, no nos detuvimos a comer en ningún lugar, pues nos habían dicho que en Melide estaba uno de los mejores restaurantes para comer pulpo a la gallega, así que allí fuimos. La verdad, por 11 euros, ¡es un lujo que hay que darse! Yo nunca había comido pulpo y sigo igual, ¡me da impresión! Pero Anita lo pidió y quedó feliz con la elección. Los postres también son deliciosos. (Quiero aclarar que yo no recibo comisiones de nadie, ¡solo te cuento lo que me gustó de cada lugar!).

En Melide paramos en el Albergue Arraigos, y nos atendió Mariano, un peregrino que alguna vez hizo el camino y logró hacer realidad su sueño de abrir una posada para los caminantes. Y como él tuvo un sueño, tiene una cajita para que vos pongas los tuyos, y en la noche de San Juan ¡los quemará para que se te cumplan! Un señor muy simpático y conversador.

El pueblo de Melide es bastante bonito (aunque creo que de todo el viaje mi preferido fue Portomarin), con casitas bajas y algunos bares muy atractivos para tomar un vino o una cerveza a la nochecita. Nosotras cenamos temprano, y aunque era sábado, nuestro cuerpo no lo sabía,  y tipo 10 ya estábamos acostadas (¡éramos re puntuales para ir a dormir!) 

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¿Y dónde quedó el glamour?

Melide - Arzúa.

Ya la tenemos! Pensé. Ya llevamos tres días caminando, hoy es un tramo corto, ya estamos entrenadas, ¡esto va a ser un jueguito! (¡Y ya no pienso en tomarme taxis!)

-No creas! Dijo Mariano. El desafío de hoy va a ser que el camino tendrá muchas subidas y pocas bajadas. Hoy todo es cuesta arriba y muchos llegan cansados.

Fran a su vez me había aconsejado que en vez de Arzúa, paremos en Ribadiso, un poco antes de Arzúa, donde había un puñado de casas de piedra y un río muy hermoso. 

Ya no teníamos apuro en salir, sabíamos que el tramo, aunque cansador, iba a ser corto. Hoy fue el primer día de sol y disfrutamos «un mogollón» el camino. Y la verdad, a mí las subidas no me costaron nada. Desde que vivo en Europa me he acostumbrado mucho a las colinas, con ir en silencio y guardar un poco el aire, se pasa sin problemas.

En este tramo ya íbamos como Heidi en la montaña, lo hicimos casi sin parar y llegamos a Arzúa para el horario del almuerzo. 

Paramos en el albergue «Los Caminantes 2», donde nos atendió Pili, y nos dijo que los domingos todo el mundo iba misa, y luego al bar por una copa. Así que a ese bar fuimos a comer, el que está justo enfrente de la plaza, bien cerquita de la iglesia.

¡El queso de Arzúa es algo único! Es como si  fuera un cheese cake, ¡yo me volví loca! Así que una tabllita de fiambres y una cervecita fue nuestro almuerzo en este pueblito gallego.

Y como llegamos temprano, era nuestro primer día de sol y literalmente no hay nada para hacer en Arzúa, nuestro resto del día constituyó en dormir la siesta en un banco de plaza, tomar un helado y básicamente nada más.

A la noche nos pasó algo que quiero compartir, para que no te pase a vos también, peregrino desprevenido: eran las 9:00 y ya no habían lugares abiertos para cenar. Todo el mundo nos había hablado de este restaurante de comida casera (Casa Carballeira) que todo el mundo amaba. Una mujer nos hizo el favor de llamar y pidió que nos esperaran. Llegamos y estábamos solas allí, nos sirvieron la comida que seguramente les había sobrado del mediodía, nosotras sintiendo que el reloj hacía tic tac atrás nuestro, incluso una señora nos tiró la indirecta de que cómo habíamos caído a esa hora. Nos cobraron 15 euros por cabeza, lo más caro que pagamos en todo el viaje, por una sopa y una pata de pollo del mediodía con dos papas chiquitas y un pedacito de zanahoria.

Nuestro día terminó en indignación, pero temprano como siempre.

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Plaza de Arzúa a la hora de la siesta.

Arzúa - Pedrouzo.

Nuestro penúltimo día! ¡Increíble! El segundo día no podía creer que faltaban aún cinco. Ahora pienso que ya está terminando el viaje y ¡me da tristeza! 

Hoy ya no sentí que hubieran más desafíos, el camino en esta parte se hace fácil. Siguen habiendo cuestas, en este sentido no fue tan diferente al de ayer. 

Arrancamos caminando a la altura de las nubes. Luego de tanta lluvia salió el sol y se ve que a la mañana había helado un poco, el ambiente estaba precioso.  

Casi no paramos a descansar, nos agrada seguir caminando, cada vez conversamos más, pues es más simple poder caminar, respirar y hablar al mismo tiempo.

En todo el viaje realmente cruzamos poquísimos peregrinos y después de Arzúa, ya cada vez nos cruzamos con menos. Nuestra teoría es que casi todos hicieron los 30 km en un día, y nos pasaron. 

Otra vez llegamos temprano y no supimos muy bien qué hacer, porque en Pedrouzo no había nada. En Arzúa y en Pedrouzo nos llegamos a sentir aburridas. ¡Acá vendría bien «el ambientillo» de la temporada alta!

Nos alojamos en el Albergue O Burgo, y a la noche cenamos ahí, pues tenía un espacio bonito para prepararnos la comida. Allí conversamos con algunos viajeros, y todos venían de hacer caminos mucho más largos y de más kilómetros. ¡Ahora entiendo por qué a nosotras se nos hizo tan fácil este recorrido! 

¡¡¡Mañana llegamos!!!

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Llegando a Pedrouzo.

Pedrouzo - Santiago de Compostela

¿Qué decir? El segundo día pensaba en subirme a un taxi, que mi cuerpo no daba más… ahora ya no soy Heidi, ¡soy el cabrito! 

Hoy también se hizo súper llevadero el camino, 20 km tranquilos, con sol… ¡Hasta pudimos hacer un pic nic junto al río! Los días previos, de frío y lluvia, esto era impensable.
 
Una vez que llegamos a Santiago, todavía faltaban unos 4 km hasta la Catedral, y fueron 4 km de pura ansiedad, ¡se apoderó de nosotras una sed tremenda de llegar a la meta! ¡Y fue muy emocionante! El sonido de una gaita nos acompañó por los últimos 100 metros e hicimos nuestra entrada triunfal como si se tratase de la banda de sonido de una película de época. ¡Amo las gaitas!
 
Es difícil describir la sensación al llegar, por un lado me parecía increíble, por el otro pensaba ¿ya está? Con Anita nos abrazamos y lloramos un poquito… luego nos tocó el momento de sentarnos, admirar la catedral y quedar un ratito en silencio, sumidas en nuestros pensamientos. Pero este momento duró muy poco, porque cinco minutos después llegó todo un grupo de adolescentes salesianos completamente efusivos, a los que habíamos cruzado durante los últimos tres días. Debemos haber estado como una hora sentadas allí.
 
¡Habíamos cumplido la meta, habíamos caminado 120 km! ¡Mi primer Camino de Santiago! Ahora nos dirigimos a la Oficina del Peregrino, que está a unos 150 metros de la Catedral, en la Rúa Carretas 33 (mejor preguntá, todo el mundo sabe dónde está).  Allí completamos nuestros datos y nos dieron un ticket. Con ese ticket, entramos y nos dieron la Compostela, que es gratis y está en latín.
 
Para recibirla es necesario confesar una fe religiosa, así que cuando te pregunten el motivo, debés poner este. Sino, en vez de la Compostela se recibe una Certificación del Peregrino.
 
Luego de la emoción de recibirla, fuimos a pasear y a conocer Santiago, y a las 19:30 nos dirigimos de nuevo a la Catedral para recibir la misa del peregrino. Debo confesar que entré en contradicción con mi ideología adulta anti-iglesia, pero mi resabio católico y la vibra peregrina pudo más. «Estos son mis principios, si no les gusta tengo otros», diría Groucho Marx. 
 
Luego de tanta espiritualidad, la noche terminó entre risas, cervezas, y por supuesto, ¡más comida gallega! para despedirnos de esta provincia tan especial.
 
Te dejo acá un reel de imágenes de este viaje inolvidable! La mayoría de las fotos son de Anita, mi celu ¡no dá más!
 

Y así finalizó nuestro viaje, que pensé que sería el único Camino de Santiago que iba a hacer. ¡Pero ahora me quedé con ganas de más! Así que quien sabe, tal vez pronto vuelva a hacer algún tramo… ¿El del portugués, quizás? El tiempo lo dirá… ¿Me acompañás?

¡Espero verte por ahí pronto! ¡Abrazo viajero!

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¡Se hace camino al andar! ¡He llegado!

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