De turista en mi ciudad: Rosario.

¡Buenas buenas! ¿Cómo estás? ¿Cómo pasaste la semana viajera, te prendiste a mi juego? Por si no lo viste, en mi último post propuse que “viajemos por nuestra ciudad”, con la idea de acercarnos un poquito a las sensaciones que nos producen los viajes. El desafío era que vos viajes por la tuya, y yo hiciera mi parte recorriendo Rosario. Podés leer el artículo entero acá.

Paseando por Rosario.

Tal como lo prometí en esa ocasión, esta semana me toca contarte cómo me fue a mí de turista en mi ciudad. Te confieso que, a la vez que paseaba y fotografiaba, también me invadía la duda de cómo iba a escribir este post. Mi semana fue bastante movida, especialmente porque quería cumplir con el juego al pie de la letra, ¡cosa que me fue imposible! Por ejemplo, salí un martes a ver museos y resulta que estaban cerrados, todos abren de jueves a domingos y con turno previo. Tampoco pude ir al Bosque de los Constituyentes, mi pendiente en la ciudad, porque al igual que los museos, solo abre los fines de semana, es difícil para llegar y encima el clima no acompañó para nada.

Pero creo que el resto pude hacerlo. Lo que sí me resultó fácil porque lo hago desde siempre, es ponerme la camiseta del turista y pasear por mi ciudad como si la viera por primera vez.  Y siempre llego a la misma conclusión: ¡me encanta Rosario!

Así que acá te cuento lo que anduve haciendo… Más o menos intenté respetar las consignas que te había propuesto, sumé una y dejé de lado dos, ¡casi casi empatamos!

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Desayuno en un bar.

El bar elegido fue “Bold specialty coffee”, que queda en Pte Roca 553. Fui con mis amigos Pau y Laure porque Laure decía que ir allá le recordaba a estar en los cafetines franceses. Pero en vez de café francés tomamos un café brasilero, eso sí, con un croissant gigante. Pasamos una mañana de charlas y risas, fue muy divertido, ¡realmente sentí que estaba de vacaciones!

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Free walking tour autoguiado por el Centro de Rosario y safari fotográfico.

Siempre voy al centro, pero nunca saco fotos. Y siempre me arrepiento, pues el paisaje de Rosario cambia constantemente. De hecho, nuestro lugar icónico de encuentro: “La Favorita”, que hoy es Falabella, pronto cerrará sus puertas, y toda la ciudad está a la expectativa de qué va a pasar con ese edificio tan emblemático, tan bello e histórico. Lo mismo pasa con las galerías: hoy deben estar en funcionamiento unas cinco, y luego hay otras tantas o más, casi abandonadas. Algunas son verdaderas tierra de nadie, otras albergan oficinas o negocios de todo tipo y color, que intuyo pronto cerrarán. Así que pasear por el centro con ojos de turista y fotografiar un poco lo urbano, constituyó un ejercicio que me encantó. ¡Acá te paso algunas fotos!

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¿A que no caminas 10 km?

¡Los caminé! En realidad un poco los caminé y un poco los bicicleteé, aprovechando “tu bici mi bici”, la bici pública. Con 32 grados, era un día genial para mí.

Empecé por el Monumento a la bandera y caminé un hasta 27 de febrero y Ayacucho. En esta primera parte no hay mucho para ver, pero tenía que hacer un trámite previo a salir a cumplir mi objetivo de ser turista en mi ciudad. Una vez en 27 de febrero tomé una bici municipal, pasé por la estación Central Córdoba (donde me tomé una selfie), y llegué hasta el Parque Independencia.

El Parque Independencia es el pulmón verde de la ciudad, supuestamente diseñado por Carlos Thays, a quien descubrí googleando cosas para subir al blog y de quien quería hacer un post particular. Pero recientemente mi amiga Marisa me escribió y me dijo que no hay registro verdadero de que el parque haya sido proyectado por el querido francés y que los planos fueron firmados por el Ing Thedy, así que finalmente en el paseo ¡también aprendí cosas nuevas!

Ese día caminé por “El Rosedal” y el laguito, pasé por “La Rural”, donde están colocando la vacuna a los mayores de 70, por el hipódromo y por los tres museos que estaban cerrados. Y llegué a calle Pellegrini.

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Luego caminé por nuestro querido Boulevard Oroño, el paseo de las palmeras y de las casonas centenarias convertidas en sanatorios, y llegué a calle San Luis, que es la calle comercial, especialmente del rubro textil. Allí hace unos años hubo una convocatoria y distintos artistas callejeros pintaron grafittis en algunos de los locales, así que me dediqué a mirar vidrieras, graffitis y a la gente que pasaba. Y de ahí ya terminó mi paseo. En google maps figura que ¡fueron 9,4 km!

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Contactate con la naturaleza. Con ojos de turista.

El día jueves, luego de caminar un rato por la costanera, me senté debajo de un árbol con mi música y una libretita. Y y surgió esta especie de crónica:

“Camino por la costanera. Mi impresión es que el rosarino siempre está en movimiento, aprovechando esa tremenda área verde que acompaña al río, desde Pellegrini y Belgrano hasta la Florida. Caminando, corriendo, andando en bici o sentados en una reposera, siempre vas a ver gente en los parques. Cuando viajo a otras ciudades ribereñas me llama la atención que pareciera que la gente no disfruta de la costa tanto como nosotros. En 2018 estuve en Posadas, a la hora del almuerzo no había ni un alma caminando por la costanera, ¡hasta daba miedo! En Rosario, pueden hacer dos grados bajo cero, ser las dos de la tarde de un día gris y lluvioso, y vas a ver a dos o tres personas corriendo o andando en bicicleta. La costanera es el lugar de encuentro en invierno, y las playas en verano.

La actividad náutica es otra cosa que siempre me sorprende de Rosario. ¡Los rosarinos vivimos en el río! Aquí conviven (no tan pacíficamente) lanchas, veleros, kayaks, piraguas, gomones, kitesurfs, barcos a remo, windsurf, stand up padle… ¡hasta los surfistas se animan a bracear en el río! Nadie se quiere perder esas aguas marrones que a veces están calmas como una sopa, y a veces picadas con corderitos. Cada uno prefiere un tipo, ¡yo la sopa! También tuve la oportunidad de viajar a otras ciudades con río y puedo asegurar que lo que pasa en Rosario es bastante atípico”.

Ferias.

Anduve paseando por las ferias que están enfrente del Monumento a la Bandera, y también fui al Mercado de Frutos Culturales, que está ubicado en uno de los galpones que dan al río, específicamente en el Galpón 17. Allí un grupo de emprendedores venden sus productos artesanales: carteras de cuero, ropa, juguetes, macetas, objetos decorativos, libros infantiles, joyas de autor, etc.

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Culinaria.

Durante los cuatro días de semana santa jugué a salir todas las noches. Me vi con varios de mis amigos en diferentes bares, tomé varios cafés, tragos y comidas variadas. Pero el plato que se llevó todos los aplausos fue la bondiola agridulce. No sé si pertenece a la gastronomía de algún lugar, ¡pero es mi plato preferido! Fui con mi amiga Sofie a Espiria, un bar muy lindo (y caro!) para comer rico y tomar tragos deliciosos. De entrada nos convidaron un fernet con pomelo ¡que fue todo un descubrimiento! Si a eso le agregamos una noche de charlas especialmente sobre nuestros próximos proyectos viajeros, te diría que fue una noche maravillosa.

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Arte urbano.

¡Me olvidé de ponerlo en los desafíos! Pero no lo puedo dejar de nombrar, ya que estos días fotografié bastante de ello. El arte urbano en Rosario se disfruta en cualquier lugar.  Hay desde artistas callejeros que toman paredes prestadas y las decoran con grafittis, pegatinas, o stencils, hasta un museo a cielo abierto, donde se pueden apreciar reproducciones de obras de artistas rosarinos famosos sobre varios edificios de la ciudad. Así, vas caminando y podés encontrarte con “cuadros” de Berni, Gambartes y Julio Vanzo, entre otros. Lamentablemente, todo el arte urbano es efímero, y las mismas obras del “arte a la vista” van desapareciendo conforme algún nuevo edificio es construido, tapando los bellísimos cuadros, como el de la foto que te muestro abajo.

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Conclusión de mi semana como turista en Rosario.

En realidad debo confesar que jugué durante una semana y media porque como ya tenía la idea en mente, empecé antes. Pero hubo un antes y un después de semana santa. Los días del feriado fue todo muy fácil, porque la consigna de ser turista en mi ciudad era verdaderamente como estar de vacaciones. ¡Fueron días de puro disfrute! Pero al empezar la semana y la jornada laboral, fue más difícil conectar totalmente con el juego. De todas maneras, varias tardes pude darme el gusto y caminar a lo pavote, como cuando me voy de viaje, así que finalmente también fue una linda experiencia.

Al final de la semana, cuando empezaron a poner nuevas restricciones, yo sentía que acababa de volver de un nuevo viaje, y cuando tuve que suspender una escapada en tren (porque no nos aprobaron el certificado para circular), lo tomé muy tranquilamente.

Ahora sé que se avecinan días de “quedate en casa”, con lo cual me dedicaré a escribir sobre viajes pasados y a soñar con los futuros.  Y mientras pueda andar por la calle, seguiré viajando por mi ciudad querida, ¡sin perder las esperanzas de que esto pase pronto!

¡Nos vemos en una semana! ¡Abrazo viajero!

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    2 comentarios en «De turista en mi ciudad: Rosario.»

      1. ¡Muchísimas gracias Mariel!! Me alegro que te haya gustado. ¡Abrazo grande!

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