Viajar por largo tiempo: el dilema de la canela y la nuez moscada.

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¡Hola! El post de hoy es un chascarrillo. Solo te quería compartir uno de esos pensamientos viajeros que me viene acompañando desde que decidí viajar por largo tiempo. 

Hablando con otros viajeros, me he dado cuenta de que todos de una forma o de otra tenemos ciertas mañas o costumbres viajeras, que a veces son muy propias, y otras son compartidas. 

Este es un post de duelo. El dilema de la canela y la nuez moscada simboliza uno de los duelos de mi actualidad viajera. 

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Imagen de Mareefe en Pixabay

¿Qué es el dilema de la canela, la sal rosa y la nuez moscada?

Este dilema, mi dilema de los viajes, representa el duelo que debo afrontar cada vez que me toca hacer la valija o mochila con el objeto de mudarme, ya sea porque voy a viajar por un tiempo, o porque me voy a mudar de ciudad, o de país. Hace 2 años y medio que estoy en esta aventura, y ¡ya me mudé 8 veces!

Entonces, cada vez que me voy, tengo que elegir qué me llevo y qué dejo. Y sobre todo lo que es de perfumería, alimentación y limpieza tiene que reducirse a lo mínimo indispensable. Mi valija o mochila tiene que ir lo menos pesada posible y debe entrar todo en un espacio reducido.

Así las cosas, obviamente que los productos de alimentación y de limpieza son los primeros objetos que voy a descartar, regalar o dejar en la casa anterior. ¡Y eso me da una pena tremenda! 

¿Me explico?

Cuando uno se llega a una casa nueva, por lo general compra productos que van a durar al menos 6 meses, aunque algunos pueden durar uno o dos años. En mi caso esos productos son: de alimentos: la canela, la nuez moscada, el orégano, la sal rosa, el aceite de oliva. De limpieza: los desodorantes de ambientes, el jabón en polvo, el desengrasante de la cocina y el desodorante de ambientes, pero también franelas, trapos, baldes, escobas… ¡depende!  

Cuando llevás una vida nómade, cada vez que comprás algo de esto, sabés que lo vas a abandonar casi sin uso. ¡Y para mí esto representa un duelo!  

En estos años me he desprendido de casi todo lo que tengo, y además he perdido muchas cosas en las mudanzas. Todo es duelo. ¡Yo amaba la estabilidad! Y he tenido que aprender a vivir con poco, a consumir solo lo que necesito, a no encariñarme con las cosas materiales y a regalar todo, sin mirar atrás. En ese razonamiento, hay cosas como mis muebles, mi ropa, las cosas de decoración de la casa, los elementos de la cocina, y hasta los zapatos que tanto amaba, que siento que obstaculizan mi vida nómade. Pero hay cosas que no podemos dejar de comprar. ¡Comer e higienizarnos es básico!  La canela y la nuez moscada representan aquello que sí o sí deberé comprar y luego «abandonar», porque son cosas que duran mucho tiempo. Es verdad que no necesito ni canela ni nuez moscada para vivir, ¡pero me gustan mucho!

«El dilema» adquirió entidad cuando me mudaba de Campobasso a Málaga: allí decidí que no iba a abandonar a la canela ni a la nuez moscada. ¡No esta vez! Pensé. Entonces, los envolví en bolsitas ¡y las coloqué adentro de mis botas! Y así viajaron conmigo por un año y medio, hasta que me fui de Barcelona, donde finalmente ¡se quedaron para siempre!  

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Los productos de limpieza ¡no entran en la mochila!

¡Wow! ¡Que problemas existenciales tengo!

¡Si esos son tus problemas, ¡quiero ser Suely! Dirás.

Y sí, admito que mis problemas existenciales se han reducido un montón desde que viajo. Pero hoy te quería hablar de este dilema viajero, ¡más como una gracia que como un verdadero duelo! Y como una reflexión, son cosas que nunca había pensado, antes de comenzar esta aventura. 

Pero hablando con otros viajeros, me enteré que cada uno tiene su propio dilema. Una amiga por ejemplo, no se resistió a la hora de volverse a Argentina, y se trajo su saco de paño color amarillo, aunque le ocupaba media valija. Otros no pueden lidiar con su dilema de desprenderse, y así, tienen kilos de equipaje desparramados por todo el mundo. El otro día estaba leyendo el libro de Rulo de Viaje y decía que en su exploración de un año y medio, ¡su mochila pesaba 26 kilos! ¿Cómo pudo? ¡No tengo idea! También hay personas que  llegan a desprenderse de todo y viajar por años con solo 10 kg de peso. ¡Esos son los viajeros a quienes admiro! Yo no soy capaz, ¡y no creo que nunca lo llegue a ser! A mí me cargan porque siempre necesito un par de aros extra, o alguna crema o maquillaje (¡y ahora sabrán que también necesito mis condimentos!). He aprendido un montón, pero hay una parte de mí que siempre llevará peso extra. ¡No es tan fácil ser desprendidos!

¡Ahora quiero saber cuál es tu dilema viajero!

Creo que todos los viajeros nos encontramos con alguna situación no pensada cuando planeamos un viaje largo. ¿Vos tenés algún dilema o hiciste algún duelo de este tipo? ¿Hay algo que te quite el sueño a la hora de viajar? ¡Te leo acá abajo!

¡Nos vemos prontito! ¡Abrazo viajero!

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