Rímini, en primera persona.

Hablar de Rímini hoy es hablar de un lugar que se llevó mi corazón. Pasé dos semanas allí, hice un curso de italiano, conocí gente hermosa, me enamoré de la ciudad y caminé… caminé mucho… ¡caminé como nunca en mi vida!

Como conté en este post, al venir a Italia estoy haciendo realidad un largo sueño. Cuando llegué a Rímini, hacía un año y medio que prácticamente no viajaba y encima en Argentina estábamos de nuevo en fase uno… Mi primer impresión al llegar fue ¡que se había terminado la pandemia!  Todo el mundo feliz, los bares llenos, la gente sin barbijo… Yo no lo podía creer… Fue un shock de adrenalina, difícil de explicar. ¡Mi sonrisa no se borraba con nada!

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#felicidadviajera

Mis impresiones de Rímini.

La realidad es que cuando me dijeron que debía venir a Rímini, no me encantó la idea. Yo soñaba con ir a Sicilia, con ese mar turquesa y un calor más constante, y lo que veía de esta ciudad de la Emilia Romagna no me atraía tanto. Sin embargo, no podía estar más equivocada…¡la ciudad es preciosa! Se nota que tiene mucha calidad de vida, hay casas inmensas, cada barrio es diferente, cada uno con su impronta, algunos modernos, otros antiguos, otros coloniales.

Mi árbol preferido que es el tilo, estaba justo en flor, e invadía los ambientes de una manera embriagadora. Parecía que la ciudad entera se había perfumado para darme la bienvenida.

Nos alojamos en el barrio Rivabella, y estábamos a 3 km del curso de italiano  que habíamos venido a hacer, así que todos los días caminábamos hasta el centro histórico, cruzábamos dos ríos y atravesabamos distintos paisajes para llegar puntuales a las 9 de la mañana. Cada día caminábamos al menos 15 km, pues para ir a la playa debíamos volver a hacer otros dos o tres km, siempre de ida más los respectivos de la vuelta. ¡Y no nos íbamos a perder la noche! Volvíamos a cruzar los dos ríos, dos veces más. Mis pies llegaron a estar súper entrenados, pero igualmente hubo momentos que decían: No más, ¡no más!

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¡El barrio con sus tilos!

Bicicletas en Rímini.

En Rímini todo el mundo se mueve en bicicleta. Es impresionante, ¡hay bicis por todos lados! Te tenés que estar cuidando si sos peatón, porque a cada rato suena una campanita y un riminense te pasa por el costado, volándote el flequillo. Todo el mundo, cuando se va a quedar un tiempo, compra una bici usada y así se mueve por la ciudad. Nosotros no lo hicimos porque solo estuvimos quince días, aunque nos hubiera encantado y nos hubiese venido bien para descansar los piecitos.

Conociendo la costanera de Rímini y sus playas.

La ciudad de Rímini posee 15 km de playas sobre el mar Adriático. Las hay públicas, pero la gran mayoría son privadas. Donde veas sombrillas, no te vayas a sentar con tu lonita porque en seguida te van a echar. La playa pública que más me gustó fue la que está casi debajo de la rueda gigante. Es la más extensa, y me pareció una playa tranquila (aunque todavía no había arrancado la temporada), y muy bien ubicada. Como vine en verano y todavía había luz hasta tarde, mi costumbre era que luego de ir a la playa, me sentaba en el muelle a ver el atardecer. Allí hay un bar que me encantó, el “Rock Island” que ¡tiene toda la onda! Luego emprendía un paseo por la costanera y de ahí ya volvía a mi hotel.

La costanera suele estar llena de bares y de gente. Rímini tiene la fama de ser la capital italiana de la diversión. ¡Y creo que es una fama bien ganada! Hay música en los paradores, bares sobre la costanera, fiestas en la playa…¡un poco de todo! Debido a la pandemia, aun no abrieron las discos bailables, pero joda ¡no te va a faltar!

Otra gran atracción es su rueda gigante, el “Eye Love Rímini” que por 9 euros te mostrará una panorámica imperdible de la ciudad, llegando a verse hasta San Marino en los días que no hay bruma.

Por supuesto que la costanera es el lugar por excelencia para pasear en Rímini, pero la ciudad ofrece también opciones de cultura e historia que no podrás omitir en tu viaje.

El centro de Rímini.

El Centro de Rímini es el centro histórico. Allí, entre el Arco de Augusto y el Puente de Tiberius se halla el famoso “Corso de Augusto”, una calle estrecha, llena de bares y negocios, pero también con monumentos romanos destacables. En la plaza Tre Martiri podrás ver el templete de San Antonio, la estatua de Julio César y la torre del reloj, pero también podés quedar en encontrarte con tus amigos, ya que es un punto de reunión bastante frecuente, por su posición estratégica en la ciudad. En la La Piazza Cavour se encuentran el Ayuntamiento de Rímini y el Teatro Municipal, además de unos lindos bares para hacer una “colazione”. Ahí íbamos en nuestros recreos de italiano, ya que nos quedaba a una cuadra.

El Arco de Augusto está al final del corso. El mismo fue construido en el año 27 a.C y es el arco monumental romano más antiguo que aún se conserva. El Puente de Tiberio, ubicado al otro lado del corso, fue terminado de construir en el año 21 d.C. Tiene 70 metros de largo y se encuentra en muy buen estado, pese a que intentaron destruirlo en varias oportunidades. Atraviesa el río Marecchia y es un excelente paseo para hacer: de un lado del puente comienza el Corso de Augusto, del otro está el barrio de San Giuliano y a su alrededor, el Parco XXV Aprile nos invita a relajarnos, hacer gimnasia (hay muchos profes dando clases), sacar fotos o como hicimos nosotros, sentarse a tomar un fernet con amigos. Cualquier hora es perfecta para visitar el puente, que se refleja sobre el río brindando unas postales increíbles.

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Barrio de San Giuliano: el barrio de Federico Fellini

Cruzando el Puente de Tiberio, se encuentra este barrio que por lo menos a mí me pareció de lo más pintoresco de Rímini. Está lleno de bares y restaurantes, y posee un ambiente distendido y relajado, con casas de colores que te invitan a recorrer el barrio. Si vas desprevenida como yo, los murales de Federico Fellini te van a sorprender. Yo solo me enteré que se trataba de un homenaje al célebre cineasta una vez que ya los había retratado. En ese momento me pasó algo que me emocionó mucho: estaba sacando la primera foto y una señora mayor me tomó de la mano, me hizo entrar a la casa y me llevó hasta su patio, que salía a otra calle donde estaba el mural más grande dedicado al cineasta.

Nota al margen: no me alcanzan las palabras para describir la felicidad que me produce cruzarme con esta gente que de la nada te abre sus puertas para que puedas tomar contacto con la cultura de su ciudad.  Me había pasado lo mismo en el año 2013, en Granada, cuando un chico también me invitó a entrar en su casa ubicada en una de las cuevas de Sacromonte, un lugar tradicional, el arrabal de los gitanos granadinos, muy ligado a la historia del  flamenco.

Pero volviendo a Rímini: los murales fueron pintados por artistas riminenses, y representan las películas y la vida del célebre maestro del cine italiano.  Fellini nació en Rimini y aunque de adulto vivió en Roma, siempre homenajeó con sus películas a la ciudad donde creció.  En el barrio se encuentra también su casa natal.    

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Rivabella, mi barrio.

El barrio donde viví se llama Rivabella. Está lleno de hoteles, y muchos, muchos árboles de tilo. Tiene una calle principal, la Via Coletti y una calle que bordea el mar, llena de tiendas y restaurantes. Una típica calle playera, donde tomar algo y comprar sandalias o un toallón luego de  pasar el día en la playa. Acá también casi todos los paradores son privados, menos una pequeña porción al final de la playa, casi sobre el río.

Nosotros paramos en el Hotel Britta. Es pequeño y simple pero es de destacar la atención de Bardi y su esposa, que casi todos los días nos agasajaban con un capuccino de cortesía, que bebíamos con una felicidad inconmensurable

Pasando Rivabella empieza Viserbella. Evidentemente cada barrio tiene la característica de ser “bello”, (o bella, jeje). Por allá la calle Coletti se junta con la calle playera, y todos son bares y tiendas. Es también un barrio muy tranquilo para parar. Ambos están muy lejos del centro, así que son recomendados para quienes tengan auto o solo estén interesados en ir la playa y no mucho más.

Un paseo bien “Chic”: Viale del Príncipe Amedeo – Park Federico Fellini-, Grand Hotel Rimini y Viale Vespucci.

Salgo a caminar por esta zona tan hermosa. Empiezo la caminata por la Viale Principe Amedeo. En el comienzo de la calle se encuentra el famoso “grattacielo” (rascacielos) de Rímini, donde casi me tocó vivir, pero al final no me tocó. Sigo andando y observo que se trata de una calle llena de árboles y hermosas casonas señoriales. Camino con la idea de llegar al mar, pero antes me encuentro con la plaza Federico Fellini, que posee una fuente maravillosa: es la “Fontana dei Quattro Cavali” un símbolo de la Riviera de Rimini. Enfrente a la plaza se encuentra el Grand Hotel Rímini, otro símbolo importantísimo de la ciudad.

El Grand Hotel Rímini fue inaugurado en 1908 y desde entonces fue el destino favorito de las grandes personalidades de la alta sociedad, tanto italiana como extranjera, que pasaba allí sus veranos. En el Grand Hotel también vivía Fellini  con su esposa cuando no estaban en Roma. Allí recibían a sus amigos y familiares.

Este es un barrio hermoso para caminar, sentirte un poco parte de esa vida señorial y soñar con lo que habrá sido Rímini en sus años dorados. Justo paso por allí un día que se celebra un casamiento, con música en vivo y mucha gente perfectamente vestida. Juego a imaginar cómo sería estar allí, ¡pero va a ser difícil colarme en havaianas y con los pies llenos de arena!

Igual en seguida recuerdo que no soy de la nobleza, que probablemente no llegue nunca a ir a un casamiento de tal magnitud, pero que al fin y al cabo… estoy en Italia, en plena pandemia, en verano y con los pies llenos de arena, como me gusta a mí ¡así que sigo mi caminata, feliz de la vida! El paseo termina en la Viale Vespucci, una calle llena de bares  y restaurantes y otro lugar de encuentro, tanto de los riminenses  como de los turistas que estamos allí. Por fin detengo mi marcha, y me encuentro con mi amigo Martín, que está viajando conmigo en estos meses. Nos comemos una piadina romagnola, acompañada de una rica cerveza, y luego emprendemos los 5 km de vuelta al barrio, con la panza llena y el corazón contento.

 

 

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¡Y ya es hora de irse!

Y así pasaron mis dos semanas… visité todos esos barrios, recorrí partes históricas y partes modernas, aprendí italiano, conocí gente, me deleité con la gastronomía ¡y me divertí muchísimo!

¡Pero llegó la hora de partir, ahora empieza la etapa de hacer los trámites de la ciudadanía! Nuevas aventuras me esperan, ¡ya te contaré!

¡Abrazo viajero!

¡Arrivederci!
¡Arrivederci!

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    8 comentarios en «Rímini, en primera persona.»

    1. Un vero piacere legerti!)). Me encanta la descripcion que haces de tus recorridas y aprendo muchisimas cosas interesantes!). Te leo con mucho placer!) Gracias por compartir!) Jorge!)

      1. Que lindo Jorge, me hace muy feliz el saber que me leen con placer!! 🙂 🙂 ¡Abrazo!

    2. Hermosisima descripcion de Rimini, Suely, que me llenó de ganas de verla y caminarla personalmente. Conozco mucho de Italia, pero fui solo a la estación de Rimini a tomar un tren. Y me la perdí!!! Pero despues de leer tu blog -y de subscribirme!!— la tendré en cuenta para mi próximo viaje al país que admiro: ITALIA!

      1. ¡Muchas gracias Rita por tu devolución! Rímini es hermosa, ¡espero que puedas venir pronto! ¡Saludos!!

    3. Excelente descripción de una ciudad que no conozco y ni siquiera estaba en mis planes… pero desde que leí tu post en éste blog, figura en mis destinos obligados la próxima vez que visite Italia. Gracias Suely!
      Escribís (y describís) muy bien y tus fotos son hermosas.
      Saludos!

      1. ¡Oh Alejandro! ¡Muchas gracias por tus palabras! Espero que te guste Rímini tanto como me gustó a mí. Y no dejes de ir a San Marino, ¡está al ladito nomás! ¡Abrazo!

    4. Como siempre relatos amenos y…. me la dejas picando ‼️ Italia te sorprende en cada rincón.
      Fotos hermosas y más…. Picando
      Quiero viajar pronto, no dejes de contarnos y
      Que siga el disfrute. Abrazo viajera

      1. Jjajajaja, ¡Me hiciste reir Lili! ¡Ojalá pronto puedas venir a Italia otra vez! ¡Abrazote!

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